

Existen muchos tipos de azúcares, entre ellos se encuentra la fructosa, un azúcar simple que está presente de manera abundante en muchas frutas, verduras y en la miel. Otra azúcar de la que se puede extraer la fructosa es del sorbitol, también conocido como azúcar E-420 muy popular en los productos fabricados como edulcorante. La realidad actual es que muchas personas presentan intolerancia a la fructosa y sin saberlo viven con incómodos síntomas intestinales que acaban normalizando. Pero, ¿qué es la intolerancia a la fructosa?
Hoy veremos en qué consiste realmente la intolerancia a la fructosa, cuáles son sus efectos en el cuerpo, sus causas y algunos consejos para lidiar con ella en el día a día.
¿Qué es la intolerancia a la fructosa?
La intolerancia a la fructosa es una malabsorción que se produce debido a que el intestino se ve incapaz de absorber adecuadamente la fructosa.
Ya que este azúcar no termina por absorberse de manera adecuada, se desencadenan procesos fisiológicos naturales que derivan en malestar. Por ejemplo, las bacterias naturales del intestino grueso comienzan a fermentar la fructosa, lo que produce gas, inflamación, estreñimiento o diarrea y dolor abdominal, entre otros..
El problema de esta patología es que se estos síntomas se acaban normalizando durante mucho tiempo hasta que el malestar es insostenible e incapacitante. Hasta hace un par de años apenas se conocía y se diagnostica raramente, ya que los síntomas se asemejan a varias patologías intestinales, haciendo muy complejo su diagnóstico diferencial.
Intolerancia a la fructosa Vs. Intolerancia hereditaria a la fructosa
Aunque la intolerancia a la fructosa puede tener componentes genéticos, no debe confundirse en ningún caso con la intolerancia genética a la fructosa, que es una enfermedad muy rara que tiene que ver con la incapacidad del hígado para procesar este azúcar y desencadena a su vez procesos químicos complejos que terminan dañando al colon y otros órganos.
La fructosemia se detecta con frecuencia en bebés y supone el 1% de la población.
Tampoco debe confundirse con la fructosuria benigna, que es la incapacidad del cuerpo para producir fructoquinasa, una enzima del hígado encargada del proceso de síntesis de la fructosa. En este caso, la fructosa se acumula en el cuerpo y se libera por la orina sin síntomas adicionales.
La intolerancia a la fructosa y el consumo de azúcar común
Una de las dudas más frecuentes sobre esta condición suele ser el porqué si una persona no tolera la fructosa, sí puede comer azúcar común (que es fructosa combinada con glucosa) y aunque la respuesta no se ha estudiado lo suficiente, se sabe que el intestino tiene la capacidad de absorber la fructosa cuando está en presencia de otros azúcares como la glucosa.
En pocas palabras, es probable que un intolerante a la fructosa sí pueda consumir cantidades moderadas de azúcar común sin notar molestias. Pero sentir mucho malestar al comer por ejemplo una manzana.
Otra causa común de esto puede deberse a la concentración de la fructosa, ya que, si se consumen dosis muy bajas, incluso los intolerantes terminan por procesarla sin muchos problemas. Y es cuando se ingiere mayor cantidad de fructosa cuando saltan las alarmas, por ejemplo con frutas de verano, o en celebraciones de cumpleaños.
En resumen, esta patología suele presentarse de manera más intensa cuando el consumo de fructosa es concentrado y elevado. Y la realidad es que el alto consumo de ultra procesados, altos en azúcares y fructosa, está haciendo que cada vez se estén presentando más estos síntomas en la población.
Síntomas de la intolerancia a la fructosa
Tal como se ha explicado en la descripción, los síntomas más comunes de una intolerancia a la fructosa suelen ser:
- Diarreas explosivas luego del consumo de productos con fructosa o sorbitol.
- Distensión abdominal.
- Dolores cólicos muy fuertes después de las comidas.
- Ruidos intestinales pronunciados debido a la acumulación anormal de gases.
- Empeoramiento del estreñimiento.
- Dolores de cabeza después de las comidas.
- Malestares estomacales tales como náuseas, vómitos y movimientos intestinales bruscos.
El momento de aparición de los síntomas va a depender del nivel de sensibilidad del paciente ante la fructosa, de sus hábitos alimentarios y de la concentración de la fructosa ingerida por comida y de si esta estaba mezclada con otros azúcares como la glucosa.
Causas de la intolerancia a la fructosa
Se reconocen dos causas principales para este problema. La primera es que un defecto genético reduce la cantidad de enzimas transportadoras encargadas de procesar y descomponer la fructosa, por lo que el organismo no se da abasto para descomponer y procesar este azúcar. Esta se considera una causa primaria de este trastorno.
Una causa secundaria es que la patología sea una consecuencia de una enfermedad preexistente como la celiaquía, gastroenteritis, sobrecrecimiento bacteriano o enfermedad de Crohn.
Diagnósticos de la intolerancia a la fructosa
Dentro del área de la salud nutricional e intestinal se considera una afectación infra-diagnosticada, que con frecuencia se descubre en pacientes adultos, quienes acuden ya cansados de sus problemas de gases mal diagnosticados luego de años e incluso décadas.
Algunas estadísticas sugieren que cerca de un tercio de los pacientes diagnosticados con el síndrome de colon irritable podrían tener en realidad intolerancia a la fructosa.
En todo caso, el diagnóstico de esta afectación debe darse por parte del equipo profesional médico luego de descartar enfermedades comunes que encajen en esta sintomatología. En este caso se recomienda un simple test del hidrógeno en el aliento.
La prueba consiste en dar una dosis controlada de fructosa al paciente y luego ir midiendo sus niveles de hidrógeno y metano en el aliento cada media hora, previa recolección de exhalación.
Es importante que los pacientes hayan cumplido con una dieta estricta hasta 48h antes y no haber usado antibióticos, laxantes u otros medicamentos que entorpezcan el estudio.
Esta condición NO se diagnostica mediante extracciones de sangre ni test rápidos de ningún tipo.
Tratamiento
El tratamiento para la intolerancia a la fructosa consiste en no consumir productos que tengan una alta concentración de la misma. Es tan simple como esto.
Puede que no sea una noticia alentadora para los pacientes, pero está más que demostrado que los tratamientos alternativos como medicamentos experimentales o naturistas no son realmente funcionales.
En todo caso, es importante saber que el intestino no se dañará por comer fructosa un día.
Este azúcar es difícil de evitar dada su prevalencia en las frutas y muchos productos procesos. El secreto está en disminuir las cantidades e ir probando la propia resistencia del cuerpo, conocer los límites del trastorno y aprender a vivir con él.
Una vez que se identifica y se comprende, se puede tener una vida plena poco restrictiva sólo respetando el tipo de alimentación que requiere.
Consejos para lidiar con la intolerancia a la fructosa
Existen algunos consejos generales que pueden ser de ayuda para vivir mejor aún con la intolerancia a la fructosa. Entre ellos destacan:
- Dedicar algunas horas a la semana a la educación nutricional para entender cuáles productos tienen más o menos fructosa, sin obsesionarse por las cantidades.
- Entrenar la intuición comiendo de manera controlada productos con fructosa para ir sintiendo los síntomas y entender de manera intuitiva las cantidades que se pueden permitir.
- Preferir frutos rojos y cítricos antes que otros más cargados de fructosa como los duraznos o las uvas.
- Cocinar las verduras antes de consumirlas.
- Balancear la dieta con acelgas, brócolis, lechugas, pepinos, apios, berenjenas y calabacines que son deliciosos y bajos en fructosa.
- Leer muy bien las etiquetas de los productos para evitar los que tengan más fructosa y sorbitol.
- Entrar en control con un dietista o nutricionista para que este ayude a decidir planes de dietas variadas no restrictivas que permitan a los pacientes a guiarse por su cuenta para convivir con la intolerancia.
Muy bien, ahora ya dispones de las herramientas necesarias para entender la malabsorción de fructosa o intolerancia a la fructosa simple. Si tienes algunos de estos síntomas relacionados con gases al comer, no dudes en consultar a un médico especialista en el tema para que este pueda hacerte un buen diagnóstico y te ayude a mejorar tu calidad de vida como mereces.